viernes, 31 de agosto de 2007

Guerra es guerra!

Cuidado que los bolivianos no tienen mucha experiencia exitosa en cuestión de guerras...

Algunas cosas se pasan de comentario....





...declaro la guerra abierta...
S.

domingo, 26 de agosto de 2007

Leyendas urbanas V

Esto pasó hace pocos años y creo que todos recordamos el día exacto en el que nos enteramos. La mayoría habíamos dejado Bélgica pero los que se quedaron allá no pararon de llamarse ese día. Pronto enviaron mails a todas partes del mundo. Dicen que Maca quedó bastante desorientada a pesar de sus conocimientos geográficos, que Dani condujo sin rumbo por los highways aledaños, que Sebas interrumpió su seguimiento de la copa Libertadores y Juan Pablo sus entrenamientos en Santiago. Rocio dice que ese día Gabo no se demoró las dos horas habituales cenando, sino cuatro!. Pablo decidió emprender un viaje de regreso desde Miami implorando ayuda por cada país y yo tuve que ir dos veces a Bolivia para oír la noticia de su propia boca. Y confirmé la peor leyenda que nos haya podido unir a todos: HEINKE SE LANZÓ EN UN NEGOCIO DE ROPA!! Oigase bien de ropa! (confección y venta). El pánico para las pasarelas bolivianas fue tan fuerte que Dieter optó por sacrificarse y es así como regresó a Bélgica, inclusive fue a Perú, con tal de dejarle su propio puesto a su hermano. Gracias Dieter!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Nadia (prometo que esta es la última!. Puta Sebas, que ideas de ponernos a recordar leyendas, se vuelve un vicio…)

Leyendas urbanas IV

Cuentan que ese mediodía ella salio del Montesquieu, se dirigió hacia la Grande-rue, saludó a la China que, del otro lado de la vitrina, entregaba deux croissants et trois pains au chocolat y cuando se alistaba a seguir su camino fue sorprendida por una mano grande y abierta que no tuvo reparos en ir directamente y violentamente hacia su seno. Ella, la más temida de las gauchas, contuvo su ira y solo intentó no mirar hacia la enorme ventana de la Galoute. Hoy cuentan que todavía no duda en putear cualquier hombre que se atreva a desafiarla.
Nadia (sabes que te quiero Mari!!)

LEYENDAS QUE ME HAN CONTADO, por el Chino

Estas son las leyendas que podría desarrollar. Espero votaciones.

1. De cómo Rupay descubrió, para mi asombro y el de Sebas y Heinke, un primitivo interés femenino que yo no recordaba, datado en la prehistoria de mi louvanismo.

2. De cómo Mariana, el primer día que la conocí, me retuvo infinitamente en un bar (hasta que otra persona tuviese a bien hacerme caso) y terminó rematando de cabeza el baldosín de Lovaina.

3. De en qué estado físico me encontraba yo en mi primera cita con otra persona.

4. De cómo Heinke se despertó con la cara pegada a un culo peludo.

5. De cómo Heinke, Sebas y yo nos salvamos del ataque de la mexicana en celo una noche en Kot carrefour.

6. De cómo Agustín, el argentino, le lanzó una consistente piedra a la nariz a la china y esta propuso bombardear argentina, por lo menos.

7. De cómo Aida sobrevivió impunemente a una fabada nocturna mientras que Heinke estuvo a punto de dar a luz y yo intentaba respirar por las branquias.


Voten, voten.

Leyendas urbanas III

Existió. Lo vieron Dani y Vero una oscura tarde de enero terminando la década de los noventa. Cuentan que caminó la rue Paulin Ladeuze y en vez de dirigirse hacia el quartier de l’Hocaille, giró por el Chemin des Sages con una determinada intención. A través de un vidrio, frente a las dos inocentes estudiantes, abrió su impermeable negro y mostró lo mejor, o más bien lo peor de sí mismo. Las conocidas y alegres rumberas lograron salir del estado de shock porque Sebas prometió nunca más abandonarlas en el Sócrates y también porque al fin y al cabo el trauma lo vivieron juntas. Infortunadamente no corrí con la misma suerte. Una asoleada tarde de mayo, huyendo del quilombo habitual del Kot Latino o quizás de la letargia mortal del Kot Partenaires, busqué refugio académico en un pequeño salón del Sócrates. El hombre resurgió de la nada. Traía esta vez una pequeña camiseta y un short azul más corto que los que usaba mi papá en la selección nacional setentera. Entró, observó y, encontrando la perfecta ocasión, tomó una silla y se sentó bajo el marco de la puerta. Mientras que sus manos tenían acceso directo al objeto ya conocido en el mundo latino, las mías temblaban frente a ese interminable syllabus de "Droit des gens et relations internationales". En un impulso bastante suicidario, pero recordando los consejos de mi mamá, logré decirle con una voz seria y dura: “vous voulez bien fermer la porte?? J’ai un courant d’air qui me dérange”. El exhibicionista, masturbador salio corriendo y yo esperé en la ventana que un congolés fortachón pasará y me salvara. En su lugar pasó un belga flacuchento de première candi (Obviamente, las probabilidades eran mayores…). Con Boris fuimos a denunciarlo a la secretaría del Sócrates, pero nunca hicieron nada. Al fin y al cabo, quien putas nos metió la idea que la facultad de psicología era un lugar sano y seguro para tiempos de blocus??

Leyendas urbanas II

Dicen que ese mismo verano de 1996 un conocido hombre de origen marroquí había enamorado a dos latinas, cuyas nacionalidades ya poco importan para la leyenda. Tal héroe de Sherazada, pudo vivir su doble romance no mil noches pero si poco menos de cien. Hasta que un buen día lluvioso de fin de seconde sess, saliendo de la gare, fue sorprendido en la Place de l’Université por las dos mujeres armadas de carteras, tacones y dispuestas a perseguirlo por todas las direcciones posibles: Grande-Rue, rue des Wallons, rue de la Gare. Contaron muchos años después que si bien la historia había sido olvidada en el pequeño pueblo de Lovaina, todavía se hablaba de ella en las calles capitalinas de Schaerbeek. Nadia

viernes, 24 de agosto de 2007

Leyendas Urbanas

A pedido, desempolvo algo que todos ya conocen. Lo habrán recibido por mail alguna vez, o habrán oído comentarios, pero no importa, he aquí de nuevo.
De hecho, muchas de las cosas que aparecerán en Lovaina...ni tan lejana vaina ya las conocemos, las hemos escuchado mil veces. Y es que así somos los latinos, nos encanta contar una y otra vez las mismas historias... Sólo que no son exactamente las mismas. Siempre hay un nuevo detalle, una nueva exageración. Nos manejamos por hipérbolas. ¿Quién no tiene en memoria una cena familiar en donde los tíos cuentan siempre la misma historia, con alguna nueva sazón? Lo mismo nos pasa a los lovaineros, nos alimentamos de una realidad pasada para vivir nuestro realismo mágico. No obstante, algún fondo de verdad hay, il n'y a pas de fumée sans feu, como dicen.

Por eso les propongo titular esta sección: Leyendas Urbanas. En ella, los invito a compartir aquellas anécdotas que son vox populi pero de las que ya no sabemos que es verdad y que es exageración. Y para mejor ilustración, empiezo yo:

Dicen que durante el verano del 96, el Diego Ruiz andaba de capa caída por tener 9 materias para la segunda session. Para colmo, estaba enojado con Dieter por que éste buscaba todas las maneras posibles para poder tener una segunda session ya que sólo había sacado una distinction y quería presentar exámenes ya aprobados (cosa que en los anales de la U, no se había visto). Pero nadie contaba con que el destino se pondría tan vergonzosamente de parte de Diego ya que no solo logró aprovar el año si no que uno de esos 9 exámenes lo aprobó sin estudiar. Al tratarse de un oral, fue desde la mañana a recoger y sistematizar lo que los estudiantes de turno respondían y al tocarle el turno, cayó sobre una de las preguntas que ya había salido... Fue así como el Ruiz desafió y venció al destino. ¡Salud por eso!

JORGE BURGOS (EL CHINO, COÑO, EL CHINO)


Pues yo tengo tres sobirnos. A izquierda y derecha, Carlos Somoano Burgos y Oscar Somoano Burgos (miembros de donadores de dolor de cabeza sin fronteras) y en el centro el pequeño Martín Burgos, el último loco de los Burgos.
Aprovecho para manifestar mi desagrado por no ser incluído en la lista de matrimonios. Les indico, por si no lo saben, que en febrero de 2005, contraí nupcias con el Banco Español de Crédito por 30 años al menos. Quien no haya contribuido con regalo en mi matrimonio y quiera hacerlo puede ponerse en contacto conmigo. Se le dará noticia de mi número de cuenta particular y un virtual beso en la frente.

jueves, 23 de agosto de 2007

Martina Villa Fernandez

Bailando salsa...


Hablar sobre Lovaina y sus latinos sería como contar las mil y una noches… Nunca mejor dicho y, por cierto, recomiendo que a nadie se le ocurra hacer un árbol sexualógico sobre las parejas que hubo, hay y habrá de latinolovainescos, porque ahí sí que quedaría “la media cagá”. Es mejor que haya cosas que no se digan nunca… para hacer que Radio Lovaina siga y siga existiendo.
Para mí, como española crecida en Bélgica, Lovaina lejana vaina fue un respiro entre tanto gris. Allí aprendí a amar, a desamar, a reír a todo pulmón, a bailar, a emborracharme y a llorar y, obviamente, lo que es la AMISTAD (avec un grand A mayuscule) con mi adorada compatriota (Cataluña sigue siendo española, que conste). Creo que la vida es básicamente saber encontrar el justo medio entre estos dos opuestos; porque nunca habrá el uno sin el otro (AMÉN).
Cuando se acaban de cumplir 10 años (!!!!!!) de mi salida del colegio y por lo tanto llegan los 10 de mi entrada a Lovaina, uno hace balance y, después de reencontrarme cara a cara con Carlangas y Nadia, da gusto saber que hay empatías que siempre existirán. Y es increíble saber que cuando llega un gran susto a la vida de uno, estos latinescos saben responder como ni siquiera hubiese intuido. Saber que esto existe me hace muy feliz (y de eso se trata, ¿no?).
Lovaina lejana vaina también ha hecho crecer la familia Simmross y creo que por eso sí hay que estarle inmensamente agradecidos a todas esas horas de blocus en la biblioteca de Teología.
Y bueno, aunque siempre lo intuí de alguna manera (ya me conocen mis brujildadas), entre todos confirmasteis mis ganas de pasar aquí, en Chile (pero podría haber sido en cualquier otro vecino), mi vida y mis ganas de entregar lo mejor de mí misma a un país –en este caso a la comunidad cultural chilena como editora–.
La ya no tan flaca (porque lo que no mata engorda) Alicia.

La Armada Invencible


miércoles, 22 de agosto de 2007

LLN


Caminamos eternamente por esas calles. En ellas nos conocimos. ¿Qué nos unió? Que recorrimos todos muchos años las mismas calles. De día, de noche, de madrugada. Con sol, lluvia o nieve. Solos, en pareja o en medio de un grupo. Los fines de semana cuando la ciudad era nosotros y los días de clase cuando desaparecíamos entre todos los rubios. En los enormes auditorios fuimos anónimos, cada uno un pequeño recuerdo de su país, un proyecto de algo, de muchos sueños incipientes. Nos cruzábamos en las bibliotecas una tarde cualquiera, estudiábamos juntos en los interminables días de blocus. Nos visitábamos en nuestros kots que convertimos poco a poco en nuestro hogar. Ahí aprendimos a cocinar, a convivir, a hacer plannings de estudio, a improvisar camas para amigos borrachos y amigas con el corazón herido. En las noches creamos mundos paralelos que de hecho muchos aún ignoramos. Pasaron cosas divertidas, inesperadas, secretas e inolvidables. Lo más divertido es que aprendimos todos a bailar y a tomar. Las fiestas hubieran podido durar más de una noche, si no hubiera sido por los responsables que madrugaban a estudiar, las parejas que no compatibilizaban en temas nocturnos y los borrachos que se tomaban a pecho eso de “les hommes savent pourquoi”. En todo caso, bailando rompimos barreras, nos roseamos, nos tocamos, nos abrazamos. También en las noches amamos. Con la energía del despertar a la vida, con la fuerza de la lejanía y la soledad. Amamos una noche, tres meses, cinco años. Amamos para casarnos o para dejarnos, en todo caso amamos para nunca olvidarnos. Nos conocimos en esas calles porque hablábamos el mismo idioma. De manera diferente pero nunca lo suficiente para no romper con todas las fronteras. Cuando nos reuníamos viajábamos juntos por todo Latinoamérica. Nos fuimos apropiando de los acentos vecinos y compartimos nuestros mundos hasta que se fueron convirtiendo en uno solo. El de los latinos de Lovaina. El que sólo entendemos nosotros cuando nos volvemos a encontrar, cuando nos abrazamos, cuando recordamos y reímos. LLN fue una burbuja que llegó a sofocarnos pero que nos costó dejar. Quizás porque en ella éramos simplemente y solamente nosotros mismos. Pudimos no conocernos cada uno lo suficiente, no ser todos los mejores amigos de todos, pero poco a poco nos vimos construir lo que somos, nos acompañamos mientras crecimos. Hoy, muchos años después en la distancia, no dejamos de acompañarnos. Justamente porque recorrimos todos eternamente esas mismas calles.
Nadia.